La historia de la gastronomía de nuestro país es casi tan rica como la inmigración que la precede. De la mano de miles de inmigrantes de distintas partes del mundo, nuestra cocina se convirtió en una de las más vastas, incluyendo fusiones de platos de origen español, con los italianos, franceses y nativos, convirtiéndose en una mezcla muy interesante de sabores en la que no faltan los contrastes ni las notas características de los criollos.
La facilidad de conseguir materias primas de excelencia como son las carnes del país, así como la agricultura fértil de la Pampa Húmeda, son grandes ventajas para todo cocinero. Además, la posibilidad de tener productos exóticos como los que provienen de las selvas del norte, brindaron las condiciones ideales para que los chefs del mundo vean con buenos ojos a la región para instalarse.
Por otra parte, la naturaleza portuaria de Buenos Aires también atrajo a miles de comerciantes internacionales que desembarcaban las delicatessen más importantes del mundo, permitiendo conseguir desde habanos hasta chocolates en los primeros pasos del Virreinato de la Plata. Así, la ciudad daba sus primeros pasos a convertirse en una de las capitales cosmopolitas del mundo, en particular a la hora de mencionar su gastronomía.
Platos con historia
Claro que Buenos Aires no fue el único polo gastronómico del país, otras provincias comenzaron a poner sus aportes sobre la mesa. Esto incluyó platos icónicos que hasta el día de hoy continúan siendo algunos de los más importantes en el imaginario culinario colectivo de nuestro país, como pueden ser las empanadas tucumanas, preparadas con matambre, bien condimentadas y fritas en grasa de pella.
Otros platos fueron producto del ingenio y experimentación que llevaron adelante los gauchos en sus rudimentarios tambos, buscando una nueva forma de hacer dinero y prosperar en esta tierra que recién daba sus primeros pasos como nación y que tenía todo por delante. De esta forma, fuimos eventualmente creando una identidad culinaria que difícilmente se puede ignorar a nivel mundial, en particular a los turistas que se encuentran con algunos de estos platos que mencionaremos y se quedan con una sensación irrepetible en el paladar:
- Asado: sin dudas una de las estrellas de la cocina nacional, inventado por los gauchos que recorrían la pampa húmeda cuidando el ganado. Cortes como el vacío, costilla e incluso los embutidos como los chorizos de cerdo y las achuras, son una delicia que se debe probar al menos una vez en la vida.
- Chimichurri: el mejor aliado del asado y de muchos otros cortes de carne que se preparan en el país. Una mezcla de perejil, ajo, ají picante y muchos otros condimentos, mezclados en una salmuera que puede durar meses.
- Dulce de leche: uno de los productos de la experimentación gauchesca. Leche cocida con azúcar hasta formar un dulce de color marrón, que se vendía como una de las principales formas de acompañar el pan en la época de la república.
- Empanadas: uno de los platos importados que cobró muchísima relevancia en nuestro país. Con casi una variante por provincia, cada una de las regiones le dio su impronta creando estos apanados como su nombre lo dice de todo, desde carne picada hasta dulce de leche como le ponen en Córdoba.
- Milanesas: otra de las grandes importaciones del país que cobró una enorme relevancia por la “astucia criolla”, como hacerlas con cortes como la nalga, que le daban una suavidad y extensión enorme a punto tal de llamarlas de “caballo” por su gran tamaño. Existen restaurantes como Viva la Mila que las ofrecen mediante delivery y son ideales para compartir junto a unas papas fritas.