De pronto a hurtadillas te llega un rumor. Alguien te sopla en la oreja y te saltan las lágrimas de viajero empedernido porque este tiempo se transformó en altas celebraciones por pequeños milagros. Retomar experiencias que tenías ganas de recuperar. Tomarte un rato, irte acá cerca, aunque sientas que te fuiste a un resort en el Caribe.
Desplazarse a 60 km de la Ciudad. Una hora y monedas para llegar en auto a un paraíso con lago, playa y palmeras. Que apenas te lleve subir un bolso al baúl del auto y que te enfrentes a casi un monoambiente que te espera con sonrisa de terraza amplia, para que vivas el desayuno viendo el acompasado ritmo de la vegetación que danza entre los primeros rayos de la mañana.
Una experiencia que con un par de prendas entremezcladas con un libro, una notebook y gafas, te permitan ver caer el sol manso sentado en un sillón, resignado a la belleza de las breves ondulaciones que el Sofitel Cardales tendió sobre la mesa de disfrute.
Un paisaje que ayuda como nadie a componer esta ópera que permite apenas tomarte un par de días para aprender sus melodías y recordarlas largo tiempo, aunque te deje con las ganas de comprarte el abono y asistir toda la temporada. Todavía no hay lugar para planes completos, pues las reaperturas son y serán paulatinas.
Con esfuerzos visibles por hacer «como que no ha pasado nada», pero -a la vez- mostrando abiertamente que todo lo que tenía que pasar para que el funcionamiento sea posible, está allí para que el pasajero se sienta amablemente contenido.
Aliviados y con afecto por verse de nuevo anfitriones y visitantes. La propuesta formal hoy es de miércoles a domingo. Se invita a tomar una estadía 3×4, aunque cada uno puede hacer el plan que más le guste. Se ven pocos pasajeros, aunque el sitio no está nada vacío. La convivencia en la pileta es armónica y distante. Los sonidos son los de la naturaleza.
Le Lac, el restaurante de fusión gourmet es quizás el espacio que aún le toca encontrar el mejor balance. Pero lo intenta con ahínco. La milanesa de cordero es un hallazgo potente. La vista a la laguna deja con la boca abierta. El paso se pierde entre las rutas internas. Las vistas se renuevan desde diferentes ángulos. Instagram se hace una fiesta. Que vuelvan los clásicos nos saca una sonrisa. Que volvamos nosotros debería ser una costumbre para repetir.