La ciudad de Córdoba tiene una ubicación estratégica en el mapa de Argentina, que obliga a travesarla prácticamente siempre cuando se viaja en auto hacia el Norte Argentino. Y cada vez, la capital de la provincia mediterránea tienta con escaparse a sierras y arroyos.
En esta ocasión, no llegamos manejando sino en avión, pero las Sierras Chicas nos propusieron una estadía en Río Ceballos, apenas en las afueras de Córdoba Capital, incluso más cerca del aeropuerto internacional.
De la mano del concesionarios cordobés CET SA, que también gerencia el Sierras Hotel de Alta Gracia, el Howard Johnson Río Ceballos ofrece amplias habitaciones, piscina climatizada y Spa, que junto a los tragamonedas del Casino adjunto, convierten al enorme terreno parquizado, sobre la avenida principal de Ceballos, en un resort completo.
Sereno a la siesta
El edificio de tres plantas, que cobija 30 suites, se ubica en lo alto del faldeo que es continuo a lo largo del pueblo. Una de las características de la arquitectura de Río Ceballos son las construcciones que hacen equilibrio sobre los terrenos empinados y el río serpenteante. Éste pasa de un lado al otro de la avenida San Martín y se deja ver muchas veces por entre medianeras y lindos pasajes que en pocos metros nos ofrecen escapar del «centro comercial» al sereno murmullo del agua.
Ceballos es una localidad muy tranquila, de ritmo pueblerino. Un buen plan, por la tarde, es acercarse a alguna de las cervecerías cercanas a la Plaza Humberto Francia, kilómetro Cero y punto de encuentro de los jóvenes. Allí podrán toparse con la Feria de Artesano, pero antes de bajar al río sorteando el viejo algarrobo y pasando por el anfiteatro, bien vale llevarse una foto de la bellísima construcción de la Capilla Histórica de 1873, que se se levanta del otro lado de la calle.
Hacia los Hornillos
Ya con claro plan de trekking, lo mejor es esperar un día de pleno sol, y tras un rico y completo desayuno continental en el HJ Río Ceballos, salir rumbo a la pared del Dique La Quebrada. Allí comenzará la caminata, de fácil acceso en un comienzo por el perilago hasta la playa en el extremo opuesto al muro, lugar ideal para pasar la tarde con el calmo espejo de agua como escenario principal.
Algún descuidado puede prometer que la Cascada Los Hornillos está a tan solo 45 minutos de trekking bordeando el arroyo, a lo largo de 4 kilómetros. Pero eso dependerá de la destreza para pegar saltitos sobre las piedras. La señalización es pobre y será fácil perder el sendero, lo que obligará a cruzar muchas más veces el curso de agua, que las que Doña Carmen nos supo anticipar. Es discutible la potestad de la señora de gentil tono cordobés de cobrar unos pesos por atravesar sus asadores con vista al arroyo al iniciar la excursión en Pozos Verdes. Pero, al menos, está más alerta que el Guardaparque, al cual nunca encontramos para dar aviso, ya que la zona que se recorre es una Reserva Hídrica Natural Provincial.
El consejo es llenar de agua caliente el termo para el mate, o cargar un salame caroyense, para disfrutar ante la cascada. En época estival, el infaltable es el traje de baño para bendecirnos debajo de la caída de casi 10 metros.
El regreso se desanda casi sin alteraciones, aunque está la posibilidad de, a mitad de camino, tomar el sendero de la casa derrumbada para visitar además la Cascada Los Guindos. Pero luego se llegará al humilde caserío de Colachanga con menos frecuencia de transporte público para volver al centro de Río Ceballos, y es difícil confiar en la señal de celular para llamar un taxi.
Una vez en el Howard Johnson, el relax de la pileta, el calor del sauna y la posibilidad de contratar una sesión de masajes nos dejará como nuevos para completar la jornada con un room service.