La rutina de un viernes, víspera de cualquier viaje, es motivadora. Y cuando llega el momento de salir a la ruta, el corazón se acelera al compás del motor. Una vez que avanzamos por la Panamericana sentido hacia el litoral, el aire empieza a cambiar, o al menos uno empieza a respirar distinto.
Las dos horas que separan con nuestro destino se soslayan con mate, música y una buena compañía.
Llegás. Estacionás. Y es imposible no percibir esa inexplicable sensación de bienestar, cuando apenas traspasas el ingreso a Termas del Guaychu. A la vera de la ruta 14 – más precisamente en el km 64 –se alza este complejo, que invita a darse el primer chapuzón en alguna de sus ocho piscinas de diferentes temperaturas, incluso antes de ir a dejar el equipaje. Los más pequeños también cuentan con opciones: una pileta exclusiva para ellos y otras cuatro de agua dulce a temperatura ambiente, dispuestas sobre el imponente marco del verde césped. Las Termas del Guaychú fueron inauguradas formalmente hace casi seis años. Y si bien su infraestructura es enorme, las obras no se detienen, pues la premisa sigue siendo lograr la comodidad de los huéspedes, como lo hacen sentir los colaboradores del complejo en todo momento.
Además del disfrute de sus aguas termales hay otras opciones alejadas de las piscinas. El predio cuenta con 120 hectáreas y se distingue del resto de la oferta termal porque conserva la vegetación autóctona, resguardando las especies de origen. Si uno se aleja del casco central, puede involucrarse con la naturaleza en su máximo esplendor, logrando ser parte de ella. Tras algunos minutos de caminata, uno se puede encontrar sobre el muelle de un lago, rodeado de vegetación, desde donde podrá avistar alguno de los animales genuinos, como liebres y carpinchos. Una vez a mes, cuando la luna es llena, se organiza un trekking nocturno, y con vista sagás se logran ver hasta los escurridizos zorros. Realmente, un deleite para los sentidos.
Comodidades para la familia
El complejo cuenta con 80 cabañas de 2 y 3 ambientes, con cocina y utensilios necesarios para tener la independencia de diseñar su propio menú, como en casa.
La limpieza y estado de los bungalows son dignas de destacar: la ropa de cama y blanco lucen impecables, sin contar que las vistas de la mayoría de las construcciones, dan a la reserva natural que se alza a orillas del arroyo Gualeyán, límite natural del predio.
En la proveduría se puede conseguir desde un simple alfajor hasta el corte más selecto de carne y vinos para quienes se animen a los fuegos en las amplias parrillas disponibles en el parque. Mientras que el restaurante, que permanece abierto todo el año, ofrece las bondades de la cocina regional y productos autóctonos como lo son los pescados de río.
Por ello no será nada difícil que te tientes con un Pacú despinado, con truchas a la pizza y bogas bien adobadas, tu paladar seguro aplaudirá.
Para quienes van en búsqueda de una renovación total, el complejo cuenta con sector de masajes y tratamientos cosméticos. Aunque también para el caso son recomendables los deportes que se pueden realizar, como por ejemplo, cabalgatas, paseos en kayak o en bicicletas y hasta pesca deportiva.
Tras un fin de semana repleto de buenos momentos, cae la tarde del domingo y es hora de volver. Nos quedamos con el placer relajante de las Termas del Guaychu. Una conjunción perfecta entre la naturaleza y servicios, para saborear de cada instante.