Villa la Angostura corre larga y cadenciosa, con silencio y contemplación entre el circuito de los siete lagos de la Patagonia húmeda argentina. Fue un reducto al que refugiarse entre el estrés de sus vecinas, sin obviar el paisaje como centro de su escenografía. Cuando en 1988 el azul del cielo y el lago empezaron a competir con la fachada de Las Balsas, algo cambió en la comarca.
Con una amorosa mansedumbre para con la naturaleza, el sitio se convirtió en ícono. Es una de las banderas que flamean con vista al lago Nahuel Huapi. Llegar a Las Balsas implica recorrer un camino serpenteante que aproxima y aleja el objetivo. Cada curva presagia el arribo y cuando éste finalmente se produce, hay un portal hacia otra realidad que espera. La especie de «patio de carruajes» al que se arriba ya introduce en el corazón del lugar. Desde allí se puede ver la cocina desde un mega ventanal que balconea hacia las visitas.
Entrar es refinamiento y calidez. Ambiente de silencio y la imponente presencia eterna del lago mirando fijo al visitante. Se invita a dejar el celular sin sonido, a evitar las fotografías a otros pasajeros… de todos modos, si no se entra en la onda que propone, es que uno no ha sido hecho para ello.
La nada muy activa
Las Balsas está a punto de cumplir sus 25 años (durante el 2020). Ha mutado muchas veces, siempre partiendo de su ADN. Nunca ha perdido lo que idenfica la idea y ha exacerbado su esencia. Un gran restaurante con una cocina atrevida, sostenida por las riquezas culinarias de la región. Un spa digno de primer mundo, inesperadamente sorpresivo en diseño pero mucho más elogiable por el modo es que utiliza el paisaje. La integración dentro fuera se pone de manifiesto en su piscina que encastra los mundos con la placidez de su agua quieta como el lago.
La propiedad está rodeada de 20 hectáreas de bosque nativo que se encuentra protegidos en la vastedad natural del Parque Nacional Nahuel Huapi. Un ambiente pacífico con mucha peresonalidad y un encanto glamoroso que combinan tradición y modernidad para el deleite los viajeros que hacen arte de la experiencia.
Las Balsas es contemplación. Una calma sosegada del espíritu. Un sitio que envuelve con riqueza el ocio, llevándolo a una dimensión nueva, donde la nada está repleta de gratas vivencias.