Gabriela Martin es un ramillete de magia. No es de esos magos de galera y levita negra. ¡No! ¡Que horror una experiencia blanco y negro! Ella está repleta de colores. Lo es de un modo multiespacial. Te llena con su energía y su sonrisa, no puede detener el abanico de historias que le atravesaron la experiencia y tampoco puede ser menos exhorbitante en esa forma amorosa de acogerte.
Gabriela es un alma nómade que en la ciudad de Rojas, Provincia de Buenos Aires, encontró una de las puntas de su alfombra mágica. Te vas a encontar con un hotel mágico. Un espacio con restaurante de buena carta, una serie de habitaciones muy personales, con espacios al aire libre que te invitan a volcar los ojos al cielo. El blanco prístino recibe con beneplácito las pinceladas coloridas de los objetos que lo pueblan.
En lo que era la casa privada de un sibarita afecto a recibir huéspedes interesantes, Gabriela vio un hotel boutique. Uno de esos que te podés encontrar en la Riviera Francesa, en Marbella o en un rincón pueblerino del sur de Italia. DELUZ se convirtió en un imán seductor con un encanto muy personal. Su ojos de viajera se han posado en cada rincón. Nada es barroco en el sentido excesivo. Cada objeto parece haber nacido para estar allí. Pero necesitaba a alguien que les leyera el alma.
La cava es casi un espacio secreto. Ese en el que, con papel y lápiz, un viajero de otra época escribiría sus bitácoras. Tal como una caja de Pandora, cuando te adentrás, siempre hay más.
Un sitio ideal para conocer y volver, y volver, y volver.