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Placeres intimistas

Ella artista, él cocinero, invitan a compartir una tarde noche sensorial en su refugio de Lolog, en las afueras de San Martín de los Andes

La propuesta es dejar de ser turista y volverse invitado. Alejarse de la traza urbana de San Martín de los Andes para llegar hasta Lolog. Muy cerca, pero ya metido entre las montañas y con un cielo amplio, sitio que servirá de soporte para el arte.

Tomás Campbell y Valeria Conte Mac Donell no son de aquí, o mejor dicho no nacieron en Patagonia, pero luego de compartir una comida gourmet regional, cocinada por él, uno entiende que ya son parte de este paisaje, al que ella, artista plástica, interviene con cada gran obra. No, no son un restaurant. Tampoco una galería de arte. Esta es su casa y la invitación es conformar una mesa de no más de 10 comensales, donde una de las condiciones de la cita es que cada uno traiga algo para beber, de manera de que los diversos descorches sean también parte de la experiencia.

Antes de que anochezca y cuando Tomás ya tiene preparando en el horno de barro alguna exquisitez (cordero, por ejemplo), Valeria cuenta que arribaron aquí de casualidad con la encomienda de construir un horno de barro, tarea que los ha llevado a recorrer el país con esta técnica ancestral que Tomás fue ampliando, al punto de que su cabaña aquí en Lolog está hecha de barro.

 

 

 

Pero la casa también tiene su historia particular, porque antes de ser de barro fue de hielo. Como una de sus primeras instalaciones artísticas de gran envergadura que se erigen al aire libre, Valeria tejía una red donde irían las paredes de la futura casa en una escala 1 en 1, para rociarlas pacientemente en heladas madrugadas hasta que la escarcha formara los muros mismos al congelarse. Por supuesto, al calentar más el sol hacia el mediodía, la obra, cual tejido de Penélope, desaparecía. Dado que la mayor parte de la producción artística de Valeria es efímera y cambiante con el paisaje e incluso desde la mirada del observador, es que lleva un registro de las obras y algo de ello se puede ver proyectado en las paredes del interior de la casa, al calor de la salamandra.

Si bien Tomás tuvo durante varios años un restaurante en el centro de San Martín de los Andes, esta experiencia de “mealsurfing”, como se conoce internacionalmente al encuentro gastronómico con extraños, se engalana con las más queridas situaciones cotidianas, de manera que la mesa se viste de una multiplicidad de formas y colores en la vajilla y las charlas comienzan a cruzarse entre comensales.

Con el expertise de cocinero profesional, los platos salen todos a tiempo y sorprenden desde la sencillez, como una breve sopa caliente, hasta la complejidad de unas brusquetas con el muy particular hongo que una vez cocido, emparenta su sabor y textura con la de una molleja. El helado de manzana y ají picante marca el gran final de una manera distintiva y rica de viajar, compartiendo la cocina en el calor de un hogar.

+ info ValeriaConte.com.ar

Para conocer más sobre San Martín de los Andes y los destinos de nieve en Argentina, entrá a viajaportupais.gov.ar