En su afán por brindar el mejor sabor de las cosas buenas de la vida, ha desarrollado una serie de ateliers que guardan en sus máximos secretos custodiados por expertos.
Bajo puertas simuladas, tras el decorado de lujo del hotel, la trastienda abre todo lo que puede consumirse, comprarse o aprender en sus experiencias culinarias.
Para el 2019, el hotel de lujo de París presentó la primera experiencia de lo que llamó Les Ateliers du Bristol con el molino de harina artesanal y la panadería bajo la guía del célebre chef Éric Fréchon.
Su particular tratamiento del grano repercute en una serie de panes y pastelería que son livianas y que no resultan bochornosas en la ingesta. Siempre uno más hace bien.
Al año siguiente, incorporó una fábrica de chocolate con el chef pastelero Julien Alvarez, que en su pequeño espacio de duende crea las piezas que desbordan los estantes y acompañan las delicadas formas de las celebraciones.
La bodega era la pieza ineludible para una colección perfecta. ¿Qué más ahora?. ¡Quesos! La cuarta experiencia es una bodega de quesos interna, resultado de una tarea compartida entre Fréchon de Le Bristol y la galardonada quesera Marie-Anne Cantin.
El taller cuenta con una bodega de crianza, hogar de una selección de quesos de temporada, algunos de los cuales se preparan en las cocinas de Le Bristol.
Todo el queso se deja desarrollar y madurar en la bodega fresca y oscura, revestida de madera y mantenida con el equilibrio perfecto de humedad para que pueda experimentar el bocado ideal.
Los curiosos que se alojan en el Bristol pueden visitar el atelier de quesos para probar selecciones personales de pan Khorasan, también horneados en las instalaciones, combinados con un sabroso comte o un suave chevre, todo envejecido en la bodega del lugar.
Fréchon se las ingenia para sumar piezas personales a modo de sorpresa para los viajeros, como con el excelente camembert de manteca salada marinado con clavos de olor y rebozado en pan rallado.
Además de comprarlos en su propio local de delicatessens, las piezas de los ateliers se sirven en los restaurantes del hotel, incluidos Epicure, 114 Faubourg y Café Antonia. Una aventura gastronómica con París como telón de fondo que resulta inolvidable.