Antes de cada despegue, los helicopteristas rodean la aeronave y comprueban el estado de motor, la hélice y rotor de cola. Nosotros, pocas veces miramos el auto antes de ponerlo en marcha y hasta salimos semi dormidos para ir acomodándonos en el camino. Les propongo hacer un breve chequeo antes de arrancar y ojalá se les vuelva costumbre.
Denle una vuelta al auto, y fíjense la altura de los neumáticos o que no falte nada, sobre todo si lo han dejado en la calle. Hay quienes a pocas cuadras perdieron una rueda porque en un intento de robo le habían dejado las tuercas flojas.
Antes de entrar al coche, quítense todo abrigo que pueda resultar luego excesivo: camperas, bufandas y guantes pueden entorpecer las maniobras. Cuidado con llaves, lapiceras y anteojos que pueden ser punzantes en los bolsillos del pantalón.
Una vez frente al volante, el estar bien sentado es algo fundamental: regulen la distancia del asiento hasta que, con los brazos extendidos, puedan apoyar ambas muñecas por encima del volante (como si fuese un reloj, a las 12), manteniendo la espalda descansada en el respaldo. También es preciso acomodar el apoyacabezas: el centro debe quedar a la altura de nuestros ojos y la separación con la nuca no debe ser mayor a 4 centímetros. Este elemento, que muchos creen decorativo, nos protegerá del latigazo y lesiones cervicales ante un posible choque por alcance, es decir si un auto nos impacta por detrás, la colisión más común en autopistas y en congestionamientos urbanos.
Lo que resta es acomodar los espejos retrovisores externos e interno, intentando evitar puntos ciegos. Última constatación, que todos nuestros acompañantes lleven puesto el cinturón. ¡Buen viaje!