Rodeado de 600 hectáreas de naturaleza salvaje y compuesto por apenas diez pabellones, se trata de un refugio sereno y atemporal, donde las sombras de las nubes bailan sobre formaciones de rocas rojas, los cielos sin límites expanden los horizontes y el tiempo se detiene.
Camp Sarika marca un momento importante en el décimo aniversario del resort Amangiri, que se encuentra a pocos minutos. Pero dentro de este santuario remoto, los huéspedes pueden experimentar la soledad, la privacidad, el escapismo y la aventura.
Cada uno de los diez pabellones, a puro lujo, cuentan con su propia terraza al aire libre y una piscina privada. En el pabellón principal del campamento se encuentran dos suites de spa, un jacuzzi y el restaurante.
Derivando su nombre de la palabra sánscrita para «espacio abierto» y «cielo», Camp Sarika ofrece una experiencia de naturaleza con absoluta comodidad, revelando los paisajes sobrenaturales de Utah y los aspectos intrigantes de la cultura nativa norteamericana a cada paso.
Desierto afuera, lujo adentro
Los pabellones de Camp Sarika fueron diseñados equilibrando la forma y la función. Están cubiertos con techos de lona suave, tejidas con botellas de plástico recicladas. Cada pabellón tiene una sala de estar, comedor y bar. Cinco de ellos cuentan con sólo una habitación pero suman 175 metros cuadrados, mientras que resguardan dos habitaciones alcanzan los 262 metros cubiertos.
La decoración interior incluye muebles de nogal y cuero, cabeceros de madera que hacen eco del entorno del campamento y están suspendidos por tiras de cuero suave. Mientras tanto, el espacio exterior de cada pabellón continúa cautivando con piscinas individuales, fogatas con muebles y telescopios que fomentan aún más la inmersión en la naturaleza y el aire libre.
