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¿Quien no ha soñado con vivir en un palacio?

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Sevilla es una joya. La mejor manera de lucirla es esconderse en sus más pequeños recovecos históricos que hoy, devenidos en sitios vivibles y formidables, sigue teniendo su esencia de mixturas culturales.

En el bullicio artístico de la mágica ciudad andaluza hay refugios. Es que sus calles trajinadas e inquietas desde el comienzo de los tiempos, cobijan palacios secretos que permiten respirar la paz e intimidad de una casa de reyes. Aunque la ciudad ofrece todo tipo de opciones a la hora de recibir a los paseantes, esta es una ciudad que efectivamente merece consentirse un capricho. De vez en cuando experimentar el lujo bien concebido es una sabia decisión.

El Palacio Villapanés no se expresa como un sitio multitudinario. No se trata de un hotel grande. Por el contrario, pequeño. Apenas cincuenta habitaciones hablan de un pasado lujoso, aunque de un destino hotelero manejable. Es de esos sitios que se aman visitar en ciudades de tanto trajín como Sevilla. Este sitio íntimo y sereno refuerza la belleza del exterior con el recupero de una historia que fue y se nota, embellecida por un toque de modernidad poco común. La armonía decorativa mezcla desde materiales nobles hasta las propuestas de vanguardia.

Hacer historia

Ubicado en la Calle Santiago, fue construido como el primer tercio del siglo XVIII para el almirante Manuel López Pintado, un importante personaje que durante años dio su nombre a la actual plaza del Cristo de la Redención y que fue responsable de la construcción de algunas de las edificaciones que circundan dicha plaza. Luego el edificio pasó a ser propiedad de los marqueses de Villapanés y de Torreblanca del Aljarafe y de sus descendientes, quienes lo habitaron hasta principios del siglo XXI.

 

 

 

Constituye una magnífica construcción de dos plantas de altura y miradores de dobles arcadas sobre columnas, con una amplia fachada a la Calle Santiago, frente a la Plaza de Nuestro Padre Jesús de la Redención.
La organización de la casa adopta el esquema tipológico de la casa con patio sevillana. Una larga crujía de fachada que incluye el zaguán y las cocheras y las restantes que se disponen en torno al magnífico patio central y al jardín trasero.

La relación entre dicho zaguán y patio se resuelve con una triple arcada, cerrada con espléndida cancela de tres cuerpos. El patio consta de galería en los cuatro frentes, con arcos de medio punto sobre columnas de mármol y fuente central.

En uno de los ángulos del patio, y en una situación que permite articular éste con el jardín trasero, se encuentra la escalera principal cubierta con unas bóvedas de carroza. La fachada es de fábrica de ladrillo avitolada, rematada con un antepecho igualmente de fábrica, con cornisa y entablamento y con la presencia de un torreón- mirador que adopta una posición asimétrica respecto a la composición formal de la fachada.

La portada de ingreso se compone con el típico moldurón mixtilíneo que compone el balcón central corrido de planta alta. Una puerta que invita a pasar a revivir la historia y disfrutar el presente.