La vida transita entre azules, ventarrones y música de naturaleza. Hay un eterno mar que le pone melodía, color, aroma a sal y gotas de rocío y alimenta con sus entrañas de manera profusa las sonrisas calmas de los que le ponen el pecho al clima duro del invierno y a las sorpresas floridas de calor que puebla de octubre a marzo.
Camarones nació 122 años atrás en un rincón escondido de la costa de Chubut, aunque su historia se remonta a las primeras expediciones de los conquistadores que cruzaron el Atlántico en el siglo XVI siguiendo el camino de Cristóbal Colón.
Un pueblo de calles anchas y fuerte identidad arquitectónica, que mira al mar y con una cálida comunidad bien arraigada, Camarones fue declarado «Pueblo Auténtico» en 2017 por la Unesco, lo que puso en valor su patrimonio natural y cultural a nivel global.
Su rica variedad de actividades y atractivos turísticos naturales, culturales e históricos incluye la visita al Museo de la Familia Perón, la excursión al Archipiélago Islas Blancas —muy probablemente escoltada por toninas overas—, la visita a la pingüinera Cabo Dos Bahías, paseos en bicicleta, caminatas y cabalgatas.
Desde allí también se accede al Portal Isla Leones del Parque Patagonia Azul, que cuenta con senderos, un camping agreste con baños y el acceso a la Bahía Arredondo (solo con guía) y la isla Leones del mar de Camarones, frecuentado por varias especies de ballenas, delfines, lobos marinos y abundantes aves.
En Camarones y las áreas protegidas vecinas, la riqueza natural está gestando una nueva economía que promueve el desarrollo local y la conservación de los ecosistemas a través del turismo de naturaleza.
Para conocer Camarones la opción perfecta es Terravades, un nuevo concepto en experiencias turísticas en la provincia, hechas a la medida de cada pasajero. Naturaleza en primera persona, fauna nativa, intereses culturales e históricos, pasiones culinarias, actividades especialmente pensadas para disfrutar los inmensos paisajes de Patagonia.
Un sitio con encanto. De esos que te dejan atado con un hilo invisible. De los que te dejan aprendizajes, ojos asombrados, aliento interminable de caminatas eternas, roce de fauna y flor y gente de esas que le ponen marca en el orillo.