El próximo 29 de agosto se celebra en Argentina el Día Nacional del Árbol, una fecha que desde 1901 invita a reflexionar sobre la importancia de estos gigantes verdes en nuestras vidas. Este año, la propuesta va más allá de plantar o cuidar especies: la Asociación Forestal Argentina (AFoA) sugiere experimentar el poder sanador de los baños de bosque, una práctica sencilla que nos conecta con la naturaleza a través de los sentidos.
La experiencia no requiere viajar lejos. Puede vivirse en los Bosques de Palermo, en el Jardín Botánico porteño, bajo los plátanos de cualquier plaza barrial o en entornos naturales más imponentes como las yungas, los bosques patagónicos o el Delta. El secreto está en caminar despacio, respirar profundo, dejar el celular guardado y abrirse a los sonidos, aromas y texturas del entorno.
Los baños de bosque, conocidos en Japón como shinrin-yoku, se consolidaron en distintas partes del mundo como una herramienta de bienestar. Estudios científicos lo avalan: caminar apenas 15 minutos en un entorno arbolado reduce el estrés, baja la presión arterial y mejora el ánimo. Incluso investigaciones del Barcelona Institute for Global Health y del King’s College London demostraron beneficios en la salud mental y en la calidad del sueño de quienes tienen contacto frecuente con espacios verdes.
“Quienes pasean por un bosque coinciden en algo: se sienten mejor, más tranquilos, en paz”, explica la ingeniera forestal Ana M. Lupi (INTA – CIRN), guía certificada en baños de bosque. No se trata de hacer ejercicio ni de cumplir objetivos, sino de estar presentes y dejar que los árboles nos abracen con su energía silenciosa.
La propuesta también tiene una dimensión simbólica. Argentina cuenta con 47,9 millones de hectáreas de bosques nativos, distribuidos en siete regiones forestales y con más de 450 especies leñosas. Pero, más allá de los números, cada árbol guarda un valor emocional y cultural: nos cobija, nos recuerda nuestras raíces y nos devuelve serenidad.
Practicar baños de bosque es, además, un plan accesible. No implica gasto alguno, solo el deseo de desconectarse del ruido urbano. Puede hacerse en soledad o en compañía, caminando lentamente, respirando con atención y permitiendo que cada detalle —el canto de un ave, el crujir de las hojas secas, el juego de luces entre ramas— se convierta en parte de la experiencia.
Muchos países ya incorporaron esta práctica a sus sistemas de salud, con médicos que la prescriben como complemento preventivo. En nuestro caso, el Día del Árbol puede ser una excusa perfecta para redescubrir lo cercano: un paseo por un parque, un rato bajo la sombra de un tilo o una caminata entre pinos en la costa.
“Los árboles no solo sostienen la vida en el planeta; también nos sostienen a nosotros”, recuerdan desde AFoA. Este 29 de agosto, el mejor plan puede ser salir al encuentro de un árbol, detenerse un momento, apoyarse en su tronco y dejarse llevar por esa calma ancestral que, según la ciencia y la tradición, tiene un efecto reparador único.
Top 5 destinos en Argentina para un baño de bosque

- Bosques de Palermo (Buenos Aires): un pulmón verde en plena ciudad, ideal para escaparse un rato del cemento y practicar shinrin-yoku sin salir del área urbana.
- Villa La Angostura y Bariloche (Patagonia): rodeados de bosques de coihues y arrayanes, ofrecen escenarios únicos para caminatas lentas y contemplativas.
- Yungas de Salta y Jujuy: selvas de montaña donde la humedad, la diversidad de sonidos y la espesura de la vegetación potencian la experiencia sensorial.
- Bosques de Cariló y Miramar (Costa Atlántica): perfectos para combinar mar con senderos entre pinos y eucaliptos que invitan a bajar el ritmo.
- Delta del Paraná (Entre Ríos y Buenos Aires): entre sauces, alisos y ceibos, se puede disfrutar de un contacto íntimo con la naturaleza a pocos kilómetros de la capital.