La inteligencia supera cualquier otra condición. Si el arquitecto Álvaro Sans hubiera tomado este edificio construido en el siglo XIX y situado en el centro histórico de la ciudad y hubiera trabajado, tal como hizo, los finos detalles l originales, como su fachada isabelina, la escalera central de hierro forjado y madera, el pequeño gabinete del duque y el claustro con bóveda acristalada que hoy cobija el vestíbulo; pero el carácter del hotel Meliá Palacio de los Duques hubiera quedado en el gran diseño y la preciosa arquitectur, el fiasco hubiera sido el resultado.
El antiguo palacio de los Duques de Granada de Ega ubicado sobre el que fuera el Convento más importante de Europa del siglo XIII, el de Santo Domingo, se ha mantenido en su estructura original y con un estilo clásico y señorial, que entona a la perfección con el Palacio y el Teatro Real que se encuentran en los alrededores. Es el sitio ideal desde el que partir una mirada sobre la Madrid más clásica. Se trata de un distrito agradables, con una atmósfera relajada, hermosos edificios y abundantes árboles y flores. Pero también a sólo 2 minutos de la Gran Vía, la arteria más famosa de la ciudad.
Su ingreso es dicotómico y armónico: el pasado se cruza con la vanguardia. Las dos enormes puertas de madera abren los brazos a la recepción ultramoderna. Una armadura custodia las escaleras, mientras piezas antiguas se exhiben en medio de luces exóticas erigidas en monumento a la vanguardia. Han tomado la sabia decisión de señalizar y datar el mobiliario con historia.
A pasos se esboza el exterior. Su jardín histórico de 1000 m² está lleno de vida y es único en el corazón de Madrid, un remanso de paz con zonas verdes y excepcionales propuestas gastronómicas con tres restaurantes: Dos Cielos Madrid, Coroa Royal Gallery & Garden, Montmartre 1889; dos Cocktails Bar y un Tea Corner.
Este posible recorrido es una de las alternativas imperdibles que propone el programa Stopover Hola Madrid de Iberia, una alternativa para que si se hace una escala en Madrid, se pueda permanecer hasta 6 días sin costos adicionales de vuelo y, además, con una serie de ofertas especiales y beneficios.
Entre el fru fru de las polleras
Los duques de Granada de Ega y Villahermosa, antiguos propietarios, componían una familia de coleccionistas de arte que ejerció el mecenazgo intelectual del siglo XIX en la ciudad. Su pasión por la pintura de Velázquez, uno de cuyos óleos donaron al Museo del Prado.
Hay un trabajo de orfebrería logrado en la restauración. En muchos rincones parece que aquello que su luce, estuvo siempre allí. La multiplicidad de espacios abochorna: parecería esconderse siempre uno más detrás de un biombo.
La terraza cuenta con unas vistas formidables. La propuesta gastronómica es exagerada. Los grandes espacios han sido diagramados para los pequeños encuentros. Nadie puede perderse en reclinarse en el asiento de cuero tajeado frente a la recepción… como el hotel, un sitio del que es difícil salir.