La industria de los viajes sufrió uno de sus golpes más extremos justo cuando estaba en su etapa más brillante. La interconectividad creciente, los viajes corporativos en alza, las aerolíneas low cost sumando nuevos pasajeros a los destinos tradicionales y los viajeros curisoso llegando a plazas menos conocidas.
De pronto, como nunca antes, el mundo pudo tomar todas las cartas de la mesa y volver a distribuir la baraja.
Aquellos que ya eran los centros neurálgicos del tráfico aéreo, tuvieron la oportunidad de repensarse. Algunos cayeron en su peso estratégicos, y otros emergen con ganas de ser algo más en el escenario de los viajes, aprovechando las oportunidades que decisiones políticas o estrategias económicas dejan libres.
Santiago había comenzado a configurarse en un centro clave, con sus dos pistas en el Arturo Merino Benítez y su nueva terminal en trance. Montevideo con las intenciones de tomar algo de lo que Buenos Aires abandonó. Panamá con el objetivo de recrear su poderío y reconfigurarlo en promesas de logística internacional.
En medio de ello emerge el proyecto del Aeropuerto Intercontinental de Viru Viru en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Los anuncios indican que moverá 8 millones de pasajeros por año y que pretende captar la demanda internacional de pasajeros y carga.
El aeródromo con dos pistas de aterrizaje sigue siendo una promesa que había recibido la inquietud de líneas aéreas como Lufthansa, de Alemania, y Qatar Airways y Emirates, de Medio Oriente.
Viru Viru promete ser un hub con la ayuda de BOA, la línea aérea de Bolivia, que ha hecho una reformulación de su imagen y que ha comenzado a crear una red que le permita conectar la región con destinos que, con anterioridad, ya cubrían otras empresas pero que, producto de la pandemia, se retrajeron en su circulación.
Así llegan más de una decena de vuelos semanales a Buenos Aires, su puente con Miami y su apuesta por Madrid. Tres propuestas que poseían una frecuencia exorbitante y que mermaron en cantidad y en líneas aéreas luego del 2020.
Quizás sea el tiempo en que los hubs comiencen a poner otras cartas y se animen a crear vínculos más sólidos para lograr conectar el continente.
