Una visita a los paisajes casi jurásicos del bosque de cataratas gigantes de Cuispes, en el Amazonas peruano
Un camino se advierte, reticente en la claridad de su trazado, serpenteando entre centenarios árboles cubiertos de abundante musgo y lianas que desde la altura caen hasta tocar el suelo. Hay helechos gigantes, orquídeas, bromelias. Esta porción del Amazonas en Perú, conocido como el bosque de cataratas gigantes de Cuispes, en Bongará, es pura aventura. Una invitación a las postales que dejó el Jurásico en una película, pero que aquí se palpan a cada paso.
Abrirse paso por estos senderos es tener contacto directo con la naturaleza más exuberante. Delante de los ojos, todo es color y vitalidad. Delante del camino, esperan las grandes sorpresas: cataratas como la de Yumbilla que alcanza los 895 metros de altura. U otras, de 400 considerables metros, como la de Chinata, debajo de cuyos hilos de agua es posible darse un gustoso chapuzón.
Esa vegetación que abraza y esos paredones inconmensurables son parte de la fascinación de este bosque, quizás inspirador para una saga donde duendes, elfos y seres mitológicos ganan la partida en el escenario.
Por si faltaran ingredientes para la mística de la región, en las cercanías está la iglesia de Chachapoyas, los sarcófagos de Karajía, la fortaleza de Kuelap y el museo de Leymebamba con doscientas momias de la cultura Chachapoyas.
La llave para descubrir tan seductora propuesta la tiene un proyecto de turismo sostenible que los lugareños crearon para proponerle al viajero abrazar una experiencia deslumbrante, lejos de los intereses comerciales. La base es Cuispes, en el norte del Perú, una villa con poco más de 700 habitantes, cuya posada convida a los viajeros con noches de encanto sencillo, trato familiar y el claro mensaje de que es posible recorrer la naturaleza sin dañarla, respetando las comunidades y la preservación como premisa.
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www.laposadadecuispes.com