Irte a Montevideo siempre es como viajar a un sitio fin de semana. Al lugar de descanso del feriado. Ese fondo donde te esperan lindas experiencias sin irte demasiado lejos. Volvieron las épocas donde te levantabas con ganas de saborear charrúa y metías un par de cosas en la mochila, para amanecerte del otro lado del Río de la Plata en poco más de 30 minutos. Un JetSmart y ya estás con el mate bajo el brazo.
Colonia, Carmelo, Punta del Este, La Paloma, Rocha, la Laguna del Sauce, José Ignacio… los argentinos somos expertos en destinos del otro lado. Pero Montevideo tiene cierto encanto que te atrapa siempre cuando barajás la idea de una escapada para cambiar de aire, disfrutar de la calidez uruguaya, pispear el horizonte desde la arena y comer como en la casa de la abuela.
Montevideo se ha convertido un sitio de novedades y vanguardia, con la misma tradición de siempre en la Ciudad Vieja y sus rincones clásicos más cuidados que de costumbre, y mucho haciéndose en esa costa inmensa y sus parques generosos que están prestos para recibirte aunque sa por un rato.
Si la idea es hacerte una escapada, Montevideo es ideal para un recorrido urbano calmado, pero también es una buena excursión en medio de unas vacaciones más largas en otros destinos de Uruguay. Su ubicación equidistante entre Punta del Este y Colonia, dos de los atractivos más populares, la convierten en el tránsito perfecto para completar un trayecto turístico más intenso o para la escapada ideal en algún día de playa no tan amable.
Alojarte tiene cientos de alternativas. Han aparecido muchos hoteles boutique y también los más clásicos. Quedarse cerca de la Av. 18 de julio garantiza estar cerca de los atractivos históricos y la ciudad vieja. Optar por algunas de las zonas de Pocitos, frente a la costa, te acerca a la playa y a la rambla, además de conectarte con lo más ajetreado de la ciudad. Costanero MGallery ofrece cuartos con una pared acristalada de piso a techo con vista infinita a la playa y el horizonte, el punto perfecto para estar en medio de todo, con la playa cerca, paseos a pie y la costa… siempre la rambla eterna y tentadora. Otra posibilidad es dirigirte a Carrasco para adentrarse en las afueras del estrés urbano. Una zona mansa y trendy
Como te decía, la Rambla es la primera actriz de esta película. Con 24 kilómetros de longitud se ganó el mote de la más larga del mundo. Bordea todos los paisajes de Montevideo y deja al descubierto la pasión por el fútbol, el mate y la buena mesa.
El recorrido invita a dedicarle un tiempo al Montevideo más tradicional y bohemio, y otro a la vanguardia y a la tendencia.
El lado clásico
Llegar en el vuelo de JetSmart tiene una ventaja perfecta si te alojás en la punta saliente de la ciudad: vas a recorrer desde Carrasco casi a pleno el gran arco de la ciudad.
El sitio más emblemático para dar comienzo a tu tour es la Plaza Independencia. Allí podés tomar imágenes del singular Palacio Salvo, un edificio inclasificable que tiene un gemelo en Buenos Aires: el Barolo. La estatua de José Artigas preside el lugar, indicando el sitio exacto de su mausoleo que, además, permite tener detalles de su historia. Desde esta plaza se puede atravesar la Puerta de la Ciudadela al Montevideo más antiguo, la Ciudad Vieja.
Ese es el casco histórico y la zona más tradicionalmente mágica de la ciudad. Podés adentrarte tomando la peatonal Sarandí y hacer una escala en el Museo Torres García (Sarandí, 683) .Para seguir la exploración podés seguir la misma calle hasta Plaza Constitución sin dejar de levantar la mirada para descubrir la arquitectura que aún conserva presencia y estilo. Una vez en la plaza, llega un imperdible: la Iglesia Matriz.
Una de las preciosidades de Montevideo aquí es la convivencia paradójica de universos paralelos: un pueblito de pescadores, una casa colonial del siglo XVIII, los adoquines citadinos de principios del siglo pasado y ese concepto de barrio grande que anda pispeando salida al puerto. Vas a escuchar tus pasos y te vas a encontrar con locales calmos, que no agitan el ritmo.
La Ciudad Vieja te hechiza y sin darte cuenta te conduce hacia el Mercado del Puerto (Rambla 25 de agosto con Pérez Castellano) para darte una panzada de tradiciones que terminan, inevitablemente, en el estómago.
Si tenés ganas de un espectáculo, dale un rato al Teatro Solís (Buenos Aires con Bartolomé Mitre) y no te vayas sin un par de zancadas por la rambla. Dejate llevar por el viento que despeina y el horizonte largo que se adentra más allá.
Con tradiciones y vanguardia
Para el alma futbolera nacional el Estadio Centenario (Avda. Dr. Américo Ricaldoni) es un emblema inevitable. El museo que cobija es perfecto, con camiseta de Maradona incluida y una visita al interior de la cancha. Subir a la torre es un tour cortito, pero valioso para un par de vistas de Montevideo como desde un dron.
Si es domingo no te pierdas la feria Estadio de Tristán Narvaja. Es una experiencia única en América Latina. Es la feria informal más grande de la región, involucra unas 50 manzanas y se inició en 1909. Nace en la intersección de la Av. 18 de Julio y Tristán Narvaja (un medio argentino/uruguayo, redactor del Código Civil uruguayo), se pueden encontrar baldosas decoradas, bijou, picaportes de bronce, discos y candelabros; sellos usados, bolitas y candados viejos, lámparas, azulejos y máquinas de escribir. Libros, repuestos, electrodomésticos, música y objetos de colección e, incluso, productos frescos y mascotas. Abre sólo los domingos desde las 9 de la mañana hasta las 16 hs.
Carrasco te propone una huída a los rincones de descanso del pasado, con casas de retiro devenidas en empresas o restaurantes, pero con un aire de paseo sereno, flores que se derraman a las calles desde los jardines interiores y playas largas y solitarias.
Pocitos es una de las zonas clásicas, el sitio en medio de los dos lados de la ciudad. Allí el Costanero MGallery, un hotel con personalidad, que propone un confort gratamente austero, sin estridencias innecesarias, con la belleza de su diseño art deco de líneas curvas y colores neutros que ganan brillo con algunas texturas arrasadas y dorado muy sutil en las luminarias. Se nota el particular cuidado en el detalle.
Dicen que su alma se aloja en la idea de crear un hotel inspirado en la ciudad de Montevideo, creado para la ciudad y para recibir al viajero propio y visitante, con un diseño pensado para relajar el alma y preparar para el descanso. El Restaurante y Bar Cauce, son el corazón del hotel, proponen una la gastronomía uruguaya fusionada con influencias mediterráneas, buscando dar nueva vida a los clásicos locales.
Montevideo te arrulla con su cadencia amorosa por las noches. Su calma citadina de este fervor bohemio se sube por la rambla y entra pletórico en tus ojos que suspiran playa. Es el sitio donde te sorprende esa magia de la atención cálida honesta. Con ganas de que “pases bien” sin sacarlo de un manual de instrucciones.
Montevideo es como el patio de juegos de casa al que te gusta escaparte por un chivito, una pizza cuadrada o las playas de Pocitos. Candombe, fútbol y cercanía. Amabilidad, mate y tradiciones. Gastronomía, rambla, historia, ferias, playa y andar sereno.