Hay elegancia en la sencillez. Con amor de casa y calor de hogar. Un parque inimaginable. Una pileta que saluda a la ventana de cada habitación. Aire de mar hasta el caracú. El hotel boutique Posada de Madryn es un sitio que te invita a apropiarte de tu viaje, a ser autor de cada rincón, a contemplar los instantes, a que te sorprendas con cada detalle cubierto de historias y vivas tus momentos patagónicos.
Comenzá por despertar tus sentidos: el aroma a pan casero recién horneado, el sabor de lo artesanal y la luz de la mañana. Sentí la calidez que proporciona un buen café o una taza de té, el sabor de los dulces locales, la frescura de las frutas y jugos naturales. Al momento único de iniciar el día con todos los sabores matutinos del desayuno buffet, se le suma el plus de disfrutarlo con vista al parque.
Su coqueto restaurante tiene el toque de diseño justo para hacerlo personal. Brinda una variedad de placeres autóctonos para el paladar a través de platos elaborados con dedicación y paciencia por el chef. Pastas, cordero patagónico, carnes, pescados y otras exquisiteces. El plato gourmet de mariscos es la especialidad. Creá tu momento sur degustando langostinos, calamares, vieiras, entre otros productos frescos recién sacados de mar.
En el rincón más soleado del parque la estrella (una imagen que se repite como marca en el orillo) es la piscina con desborde finlandés Sumergite en aguas cálidas, un deleite de sensaciones frente a las temperaturas sureñas.
Ubicada en el gran jardín de 3.000 m². puede ser un plan ideal para disfrutar de un baño reparador junto con amigos, en familia o en pareja.
Es el espacio perfecto para capturar un momento de placer: sentarse al borde de la piscina con un trago en mano y una picada de exquisitos bocados.
Cuando cae el sol, podés complacerte con un partido de pool, charlas compartidas, tragos de autor con las últimas tendencias de coctelería y una música que envuelve el ambiente de satisfacción en el bar.
De encuentra abierto las 24hs, para que puedas aprovechar de un rico café sobre los cómodos sillones en un entorno cubierto de sofisticados retazos de identidad patagónica.
La decoración minimalista recrea situaciones a través de una selección de arte que ilustra los faros en la magnitud de la Patagonia. Los cuadros fueron creados por la artista plástica Maria Laura Bretoz que le interesa “que quien los contemple vaya descubriendo su propia historia”.
El confort de las habitaciones te invita a descansar entre valiosos ponchos y matras elaborados artesanalmente con lanas de oveja y llama de cabra. Los tejidos generan un cruce de producciones que recorren desde sur al norte argentino, atravesando 100 años de historia.
El destino tiene la magia de lo único. Que te acompañe un sitio tan amable como tu casa para disfrutarlo.