Barcelona es más que la ciudad donde todo huele a Gaudí. Es un laberinto de calles y rincones que deslumbra en cualquier lugar donde uno se escabulle.
La Ciutat Vella encierra el casco antiguo de la mítica Barcelona. Sus calles sorprenden con bares y restaurantes que compiten en ingenio, diseño y propuestas.
Es el lugar donde hallar los restos del Imperio Romano en plena Cataluña. Allí se llega a La Iglesia de Pi, la Catedral y las ruinas de la Barcino romana. Pararse en la Plaza del Rey y hacer un giro visual retrotrae a una época donde la ciudad se veía diferente. Es allí donde se refugian los edificios de la actividad oficial de la localidad: el Ayuntamiento y la Generalitat enmarcando la Plaça de Sant Jaume. Pero también es el espacio pintoresco de callecitas medievales que serpentean entre enormes paredones que esquivan los rayos del sol.
La Pla de la Seu, es la Catedral de la ciudad. Invoca a la Santa Creu i Santa Eulàlia. Su fachada rememora las fachadas góticas de su vecina Francia. El Museo Frederic Marès, además de reunir las piezas de un excéntrico artista y viajero, se encuentra en un viejo espacio de la inquisición.
La Plaça de Sant Josep Oriol es un gran refugio donde reponerse durante el paseo y darse un momento para comer algo en alguno de los muchos bares que la circundan. Hay que adentrarse en el Carrer de Petritxol para darle oportunidad a las «granjas», las chocolaterías que datan del siglo XVIII.
El recorrido debe contemplar las iglesias porque ellas reflejan un relato que cuenta la historia de Barcelona en sus muros. La Iglesia de la Mercé tiene fachada renacentista, sin embargo es uno de los más clásicos templos góticos de la ciudad.
El templo de Sant Felip Neri conserva en sus paredes impactos de bala de la época franquista. La Iglesia de los Santos Justo y Pastor data del año 800 y es la más antigua de la ciudad. A la Iglesia de Santa Ana hay que encontrarla, porque se oculta tras el Carrer Comtal, pero vale la pena la búsqueda. Data del siglo XII y es un lujo arquitectónico en su claustro gótico.
Espíritu histórico
El Mercer de lujo de Barcelona se caracteriza por su excelente ubicación en el centro histórico, situado en edificio singulares de interés cultural, patrimonial y artístico, que ha sido cuidadosamente reformado, apostando a la conservación y la puesta en relieve del patrimonio y la cultura.
La integración de lo antiguo y de lo nuevo es una de las señas de identidad. En Barcelona, donde se combinan el valor histórico con el diseño contemporáneo, los huéspedes disfrutarán de un ambiente sobrio y refinado, en el centro del Barrio Gótico, verdadero origen y alma de la ciudad. Es uno de los mejores hoteles 5 estrellas del lugar.
El equipo del reconocido arquitecto Rafael Moneo, premio Príncipe de Asturias de las Artes, fue el encargado de rescatar el legado arquitectónico, mostrando un gran respeto por la historia y logrando incorporarlo al diseño contemporáneo del hotel. El Mercer Hotel Barcelona es un hotel de lujo de una elegancia sin pretensiones que ofrece un servicio excepcional e intuitivo.
Tras el impresionante hall, se encuentra el Patio de los Naranjos del hotel, un patio de luces acristalado por el que se filtra la luz natural y junto al cual se sitúan el restaurante gastronómico del hotel, el gastrobar Le Bouchon y el Mercer Cocktail Bar.
Inaugurado en 2012, el Mercer ocupa una serie de edificios de gran valor arquitectónico en la calle Lledó, construidos sobre una parte de la muralla romana de la antigua Barcino. Conserva restos de diferentes periodos históricos, como arcos medievales o frescos del siglo XII, recuperados para mostrar y hacer sentir la historia de Barcelona. Una propuesta arquitectónica que sorprende y cautiva
El proyecto de Rafael Moneo permitió rescatar un valioso patrimonio, integrarlo en la moderna arquitectura del hotel y, de este modo, ganar para la ciudad un singular edificio que mira al futuro desde el respeto al pasado.
La filosofía Mercer se basa en la combinación de la herencia cultural y singular personalidad de los edificios. Los elementos históricos recuperados están presentes en prácticamente todos los espacios, incluyendo las habitaciones: techos de madera datados en el siglo XVIII o el atrio, presidido por dos arcos de media punta del siglo XIV únicos en Barcelona, donde se sitúa la Gran Suite de más de 150 metros cuadrados.
La decoración del hotel, a cargo del equipo de interiorismo interno, ha conjugado la personalidad de los elementos históricos con un mobiliario de líneas sobrias y diseño contemporáneo. Todo ello acentuado con el arte expresionista de Agustí Puig.
Gastronomía catalana
Sabores, contrastes y descubrimientos. La cocina tradicional es el punto de partida para investigar y dejar aflorar la creatividad, empleando productos seleccionados de primerísima calidad y técnicas culinarias de vanguardia.
Alta gastronomía con alma mediterránea, esa es la propuesta del Mercer a todos los amantes de una gastronomía genuina, honesta y con raíces, pensada para se disfrute de la cocina en un entorno único del barrio Gótico. Es posible elegir entre el Mercer Restaurant, una alternativa más clásica en propuesta gastronómica y Le Bouchon, un bistró con tapas y especialidades en un ambiente informal.
Entre muros de piedra con siglos de historia, y abierto también al público, se encuentra el Mercer Cocktail Bar, un espacio elegante e íntimo, en el que relajarse y disfrutar de una copa en buena compañía.
En la azotea del hotel se encuentra la maravillosa terraza con piscina, solárium, servicio de bar y bonitas vistas a los tejados del Gótico, con la posibilidad de sobrevolar la historia única del techo de la Ciutat Vella.