Un día un virus cerró fronteras, dejó de permitir empujar puertas de hotel, vació museos y atracciones. La cinta maletera dejó de cargar equipaje de placer. Un stop insolente prohibió surfear olas y poblar de pisadas las arenas de los desiertos. Adiós al trekking, a las escapadas y al placer de la ruta. Una gran tranquera se extendió entre la naturaleza y los hombres que pusieron en pausa involuntaria a los viajes, a la vida.
Tímidamente los cielos se abren. Aquellos países que ya coquetearon fuerte con la Pandemia, empiezan a destildar la pausa y animarse al play. Lo mismo hará nuestro país allí donde el COVID-19 ya no siga de paseo. Hora de diseñar la «nueva normalidad».
¿Cómo se comportarán las personas luego del aislamiento y el contexto de Pandemia? ¿Qué herramientas tendrá que diseñar la vapuleada industria para tentar a los visitantes a sus hoteles y destinos?
Viajar, el día después
Hace poco, una encuesta surgida en una charla sobre Marketing Turístico a cargo de Juan Altamirano de la Universidad del Comahue de Neuquén, dejó en evidencia que la gente se animará a viajar tras la Pandemia.
Más allá de los protocolos, muchos vaticinan un nuevo perfil de viajeros, consciente de los riesgos, comprometido con la seguridad y la salud, y hasta un poco más involucrado en temas ambientales.
Según un estudio de «Estrategias de Recuperación Hospitalidad Covid-19» elaborado por la consultora Axent para hoteles independientes, habrá una diferencia más marcada en la elección de cada experiencia.
El viajero de lujo preferirá viajar cuando realmente sea seguro. El viajero medio será más consciente de los riesgos de viajar y las complicaciones, por lo cual esperará mayor satisfacción de cada experiencia o una oferta real de mínimo precio.
Julian Grano y Patricia Etchehun, responsables de la recopilación de casos para ese estudio, aseguran en el análisis que muchos viajeros querrán recuperar el tiempo perdido por la cuarenta, con compras de revancha. En estos casos valorarán la experiencia (lo que no pudieron hacer durante el aislamiento) más que el precio.
A pocos kilómetros y mucho espacio
La proximidad de los lugares será un punto fundamental en una primera etapa. Los puntos turísticos poco congestionados y cercanos, a menos de 500 km, a los que se pueda llegar por medios propios (auto), serán los preferidos.
Se destacará el turismo rural y la hotelería que genere más contacto con entornos naturales. Y dado que los amenities como spa, piscina, gimnasio serán de uso restringido, pocos viajeros querrán pagar un extra por hoteles con estas facilidades.
Quizás sea el turno de la revalidación de los espacios boutique o los alineados al concepto danés «hygge»: la felicidad de las simples cosas.