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El lugar ideal para disfrutar de dulces

Una de las inevitables tentaciones ni bien pisas Bélgica es sumergirte en una orgía de chocolate. De elegancia refinada, creatividad exigente, belleza en textura y tonalidades… Su historia remonta al año 1635, cuando el Abad de la abadía Baudelio, en Gante, compró chocolate comenzando así comercialización de este manjar que hasta entonces era utilizado por los boticarios principalmente para preparar tónicos. En 1840, el fabricante de chocolate belga Berwaerts empezó a vender las primeras tabletas pesadas de chocolate así como pastillas y figuritas. Durante esta época, también nacieron algunas de las principales fábricas de chocolate de Bélgica, como por ejemplo: Neuhaus (1857), Côte d’Or (1883), Jacques (1896) y Callebaut (1911).

Cuatro grandes momentos marcan la historia del chocolate belga: la invención del praliné, de la ballotin, la introducción de la crema de chocolate y el desarrollo del transporte de chocolate líquido. En 1912, Jean Neuhaus Jr. inventó el bombón, el primer chocolate con un relleno suave. En 1915, Louise Agostini, esposa de Jean Neuhaus Jr JR, creó el primer «ballotin», una caja donde se envasaban los bombones. En 1925, Charles Callebaut instauró una de las prácticas más importantes en este sector,  el transporte de chocolate líquido. En 1935, Basile Kestekidès, el sobrino del fundador de Leonidas, inventó el Manon, un gran praliné cubierto de chocolate blanco. En 1936, Jacques lanzó la primera tableta de chocolate rellena de praliné.

Gante, como gran predecesor de la era del chocolate, te expone a una experiencia alucinante. El clima de alrededor ya basta para seducirte. Antes de echar entrar al mundo de Temmerman Confiserie, fijate en la fachada barroca del siglo XVII. En la decoración se pueden ver claramente seis Obras de Misericordia. Según las diferentes historias, la séptima está en otro lugar. Aquí afirman haber creado la octava Obra de Misericordia: hacer la vida más dulce. Al principio empezaron con pan de jengibre, pero ahora es una celebración de dulces que los niños locales visitan asombrados al salir del cole.

 

 

Fundada en Gante en 1904, Temmerman se ha convertido en la abuela de todas las confiterías y ahora está dirigida por la quinta generación. Con pasión por la repostería, el pan de jengibre, el chocolate y el té, desean preservar esta rica tradición para las generaciones futuras. Al apegarse a sus recetas originales y al utilizar ingredientes de alta calidad, mantienen la misma calidad y el sabor auténtico de sus productos.

Además de sus clásicos como el cuberdon (elaborado de almíbar y de goma arábiga y originalmente aromatizado con frambuesa, también se conoce en la región flamenca como “neuzeke», nariz), los wippers y los poepkes (unas gomitas de cereza), ofrecen una extensa gama de regaliz, gomas, caramelos, guimauve y turrones que aún se elaboran según los métodos tradicionales. Descubrir su gama interminable, pararte delante de sus mostradores y escabullirte en la segunda sala casi secreta es un parque de diversiones que invita a probar el auténtico sabor de sus manjares tradicionales.

El buen saber hacer

Desde 1904, Temmerman Confiserie ha sido una célebre tienda de golosinas en Gante, fundada por Bertha Moffaert y su esposo, especializada en pan de jengibre y dulces clásicos. Hoy, la familia Temmerman  expande la empresa a múltiples ubicaciones en Bélgica y en el extranjero.

Allí se enorgullecen de usar solo los mejores ingredientes en sus recetas tradicionales que se han transmitido a través de más de cuatro generaciones. Sus famosos Ghent Cuberdons están hechos en forma de máscaras, un ingenioso diseño que minimiza la sacarificación. También ofrecen más de 140 caramelos diferentes, elaborados con goma arábiga del árbol Arcadia en lugar de gelatina.

Además de sus dulces, producen una pequeña pero refinada gama de pralinés y otras delicias de chocolate, como orangeades, besos de chocolate y tocino de chocolate. Su clásico pan de jengibre todavía se elabora con miel de verdad según la receta original de 1904, su selección de sesenta tés de hojas sueltas de alta calidad son el complemento perfecto para sus dulces.

El detalle excelente para el viajero es que su variedad de productos facilita armar el paquete de regalo perfecto. No solo es un obsequio maravilloso, sino también una hermosa adición a cualquier mesa festiva.
Con sus antiguas recetas familiares se mantienen fieles a la tradición en combinación con una estricta selección de las materias primas

Los locales más conocidos son los Cuberdons (o narices), hechos de goma arábiga y jugo de frambuesa (originalmente se usaba jugo de saúco). Los otros tipos que podés probar son: Ruitjes, Poepkes, Punaizen, Maria’s, Toverballen, Kruiskes, Kloefkes, Wippers, Munteklontjes, Lutsepoepe, Zure Tuutjes, Beezekes, Fruithartjes, Wissel-agentjes, Belga’s, Begoniatjes, etc.

Atravesar la puerta de Temmerman apenas a unos pasos del centro de la vida de Gante, es como el placard de Narnia. Te metés en una historia de otro tiempo, con la belleza de los colores, la armonía de los aromas y la tentación de quererlo probar todo. Lo bueno en Temmerman es que te dejan.