Dragones gigantes se balancearon al ritmo de los tambores orientales, en la Plaza Parques Nacionales Argentinos (Av. Figueroa Alcorta y Sucre) el domingo pasado. Y es que a pesar de los más de 35ºC , una multitud se acercó a celebrar la llegada del año 4718, según el calendario lunar chino.
La tradición -o el mito- sostiene que es necesario tocar la cola de esos dragones cuando pasan cerca, para atraer a la suerte y la prosperidad en el año que inicia. Esta ceremonia continúa con la pintada de ojos de estas criaturas mitológicas para simbolizar su “despertar” y su conversión en guardianes de la buena fortuna de las personas que los toquen.
Así, una plaza colmada, fue partícipe de la cultura china pero también de otras tradiciones orientales que se sumaron a la celebración.
Más allá del mal momento que vive la población dentro y fuera de ese país, la llegada de una nueva era es sinónimo de esperanza, energía y renovación. Y por eso, las autoridades de la comunidad china que participaron del evento, pidieron a sus dragones y leones que la salud y la suerte vuelvan a derramarse sobre su pueblo.
El evento fue organizado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y Phoenix Dorada International Media, con el apoyo de la Embajada China en Argentina, mostrando distintas exposiciones artísticas y remarcando el valor de la histórica hermandad que existe entre ambas naciones.
Durante la calurosa tarde se desplegaron, en un inmenso escenario central, pequeñas muestras de la antiquísima mitología, filosofía, música y arte oriental
Pero no todo fue meditación y sabiduría. También hubo espacio para el K-Pop, un género que trascendió las fronteras de su país natal, y se instaló en el escenario de la plaza de Belgrano.
Enfundado en un blazer rojo metalizado, Alón, un simpático cantante de origen chino, hizo que todo el mundo se olvidara de la sensación térmica y se animara a acompañarlo en los saltos de este ritmo pop chinezco.
Hubo tiempo para armónicas coreografías realizadas por niñas y niños, demostración de instrumentos típicos, exposición de artes marciales y destrezas tradicionales practicadas en esas tierras lejanas.
Además, no faltaron los stands con gastronomía china (divagación imprescindible: quienes no tenían conocimiento de estos platos, tuvieron que apelar a la suerte aromática o guiarse por una elección a ciegas), delicias asiáticas, artesanías de oriente y las típicas galletas de la fortuna con un mensaje para la suerte del portador.
Así, Buenos Aires se sumó una vez más a los festejos del nuevo año del gigante asiático. Será la era de la Rata de Metal, y los entendidos vaticinan un año de lleno de cosas positivas, equilibrio y cambios radicales.