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La primera de las Siete Maravillas

Mucho más que una postal, el destino Iguazú ofrece los atractivos del Parque, una magnitud hotelería y divertidas excursiones de aventura por la selva

¿Quién no ha visto alguna vez alguna foto de las Cataratas del Iguazú? Sin embargo, no se descubre por qué es una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo hasta que uno se encuentra parado en el Balcón de la Garganta del Diablo, acariciado por la bruma y aturdido por la inmensidad.

También hay que desterrar la falsa idea de que las Cataratas son sólo esa postal; el Parque Nacional Iguazú ofrece un paseo que amerita ser recorrido en dos días para aprovechar en un 100% sus 8.000 metros de pasarelas, y sus diferentes circuitos y actividades.

Con 275 cascadas dispersas  a través de 3 km en el Río Iguazú, las Cataratas son una travesía para todos los gustos y edades. Pero a no desesperarse, el Parque cuenta con un Tren Ecológico de la Selva, el cual facilita desplazarse dentro del área sin impactar al medioambiente. El rediseño del Parque fue concebido para ser accesible para personas con discapacidades, y hoy lo es en un 90%. Cuenta con rampas de acceso, sillas especialmente adaptadas para un sencillo tránsito por las pasarelas y carros a motor.

 

 

 

Una vez dentro, cada visitante puede elegir el grado de adrenalina que desee experimentar. Si se elige comenzar por la “frutilla del postre”, con solo 20 minutos de travesía, descendiendo en la Estación Garganta del Diablo -última de las tres-, se puede llegar a la Garganta del Diablo. Allí, la sensación de ser minúsculos frente a la inmensidad de la naturaleza permite ver con otros ojos lo que parece salir de un cuento de hadas: un paisaje supremo vislumbrado a tan solo centímetros, donde la humedad y el sonido envolvente de tanta agua cayendo sin cesar anula las palabras, los comentarios, y sumerge al espectador en un encanto hipnótico. Como plus, en los días soleados la bruma se convierte en arcoíris, por donde centenares de aves sobrevuelan, juegan y se bañan.

Aún la aventura no termina. El Parque ofrece el traslado en bote a la isla San Martín, la visita al Centro de interpretación de la naturaleza “Yvirá Retá”, la realización de excursiones en medio de la selva y plantea, además, dos circuitos para recorrer diferentes sectores del Parque: Superior e Inferior. El primero, de 1650 metros, posibilita una caminata por pasarelas planas con vistas panorámicas desde el Río Iguazú Superior. Se trata de un recorrido sin nivel de dificultad, a diferencia del Inferior, que plantea escaleras y pasadizos en medio de la naturaleza, justificando esa cuota de esfuerzo con la posibilidad de poder pararse justo debajo de las Cataratas o realizar una travesía en lancha, la cual traspasará partes de las caídas de agua y brindará la posibilidad de comprar el video y fotos para que el recuerdo no quede guardado solo en la retina.

Y, si todo esto parece soñado, ¿quién lograría imaginarse la belleza de conocer las Cataratas de noche, tan sólo a la luz de la luna, y de recorrer el interior de la selva en el tren? Estos paseos, sin duda, son el espectáculo más impactante que ofrece el Parque, donde cada vez que el calendario lunar marca la luna llena, los valientes y curiosos podrán adentrarse en los misterios nocturnos. La luna reflejada en el agua y la caminata en pasarelas cuyo final se pierde en la penumbra, es una experiencia sin descripción, donde la inmensidad se siente, se oye y se pierde. La magia y la seducción se completan al regresar del paseo, en el Restaurante “La Selva”, con un brindis entre todos los pasajeros. Así, quedan pocas dudas de por qué las Cataratas del Iguazú son un orgullo argentino y, para nosotros, “la primera de las Siete Maravillas”.