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PIMCPA, el arrecife chubutense de Bahía Camarones

Bahía Camarones

Un breve paso por Cabo dos Bahías, el Área Natural Protegida que preserva la más rica biodiversidad del Golfo San Jorge y la infancia de un presidente.


Mil y una del camino

Dieciséis pesos en el bolsillo. Un día al costado de la ruta. El sol saliendo, el sol escondiéndose. Sopa en sobre y la última botellita de agua que se va. Ni mi compañera ni yo tenemos señal. En una circunstancia así sólo queda hacer el amor sobre el asfalto y la abierta estepa patagónica.

 Un único vehículo rojo pasa rumbo a Punta Tombo y elige el momento de nuestra distracción. No hay culpa en que no se detenga, nuestras manos están sobre el cuerpo del otro y no haciendo dedo. Pasa. Tarde o temprano aparece otro auto… llegar, se llega.

 

 

 

Bajando por Ruta Nacional 3 hacia el Golfo San Jorge, una amable pareja nos deja en una YPF pasando la estancia El Conuto. En su baúl, se va con ellos mi aislante térmico. Como en Tombo, 24 horas antes, el dedo no resulta tan sencillo.

Nos colocamos en dirección a la Ruta Provincial 30, que apunta a Bahía Camarones. Allí se encuentra el Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral (PIMCPA), bajo la órbita de la Administración de Parques Nacionales.

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Bahía Camarones

Un flete blanco pega una vuelta en U y se detiene a unos 150 metros. Baja la ventanilla para dejar salir el humo de su cigarrillo. Nos observa, nos relojea, o eso pensamos. Quizás, no. Quizás duerme una siesta, ¿qué puede querer la SIDE con dos mochileros? Media hora pasa hasta que el motor se enciende de nuevo y el vehículo avanza. Lento… se detiene frente a nosotros y con un gesto tan leve como el tono de sus palabras nos dice “vamos”.

Nos subimos a la parte delantera, asiento largo tipo colchón, sin butacas. Evidentemente se caen las hipótesis que la cabeza elucubra cuando está abierta al viento austral. No llego a alcanzar a escuchar el nombre de quien ahora es nuestro benefactor, sólo que viene de realizar su compra mensual en Comodoro Rivadavia. La radio está muy fuerte y pasa una especie de música egipcia. Retransmite algún programa étnico árabe. Extraño para la Patagonia, pienso. Pero nuestro amigo “agente” nos comenta que la comunidad árabe es grande en la zona.

Bahía Camarones es el pueblo cabecera del Área Natural Protegida, son 70 kilómetros hasta allá. Miro por la ventana y a través del espejito retrovisor. El sol se reflecta fuerte y las ondulaciones del camino simulan médanos poco arenosos, aunque desérticos. ¡Vamos volando en una alfombra mágica!

Bahía Camarones

Llegamos tarde, pero la estación de servicio del pueblo cierra tarde también, así que el árabe chubutense nos deja ahí. El wifi es recurso vital para definir dónde pasar la noche. Más aún el camaronés local. Nos dicen que si nos apuramos llegamos al Camping Municipal, donde seguro nos dejarán pasar la noche sin más. Son las 22 y la administración cierra a las 23.

Caminamos barranca abajo unas ocho cuadras hasta llegar a la playa. El pueblo es de 10×5, pero el trajín del día nos tiene exhaustos. A nuestra llegada, vemos que el área no es muy grande, tendrá una capacidad para no más de 20 carpas y sólo hay dos o tres. Armamos nuestra barraca frente al mar, resguardados de lado por una pequeña duna artificial. Tomamos un baño de agua caliente y cocinamos unos fideos en nuestro calentador a gas. El lugar parece muy bien cuidado, pero no hay señal alguna de un responsable. Nos vamos a dormir, pensando que en pocas horas tendremos que coordinar con el encargado de la Reserva para poder visitarla.

A la madrugada, guardamos nuestras cosas y ya con todo cerrado calentamos agua para llevarnos un termo lleno. Alrededor de las siete, un hombre bajo y pelilargo se acerca diciendo que debe cobrarnos la noche. Sin identificación alguna, dice ser el responsable del espacio. Explicamos nuestra situación económica, la del camping cuando llegamos, su ausencia y la información dada por los vecinos; también nuestro contacto con Parques Nacionales, razón por la que llegamos al pueblo. Ni confiar ni chequear. El rastrero prefirió tomar los pocos y míseros pesos en nuestro bolsillo, que pasarían al suyo.

Volvemos andando cuesta arriba de la barranca hasta la estación de servicio y pasamos por una casa de chapa con un cartel con la sorpresiva leyenda que asegura que en ella vivió un infante Juan Domingo Perón, cuando su padre se dedicaba a administrar haciendas patagónicas y ser luego Juez de Paz. ¡Qué datazo nos estábamos perdiendo! Dentro, un museo dedicado a su memoria que suma varios porotos como atractivo turístico histórico.

Museo de Perón
Museo de Perón

Nuevamente en la estación de servicio intentamos contactarnos con el Guardaparques Ariel. Pero no tenemos suerte. No responde llamados ni mensajes. Estamos estancados. Pediremos recargar el termo cuando acabemos éste y después… no sabemos… por ahí esperar por la aparición espontánea de un cajero automático en este lugar que mantiene apariencia de principios de Siglo XX.

La solución llega, efectivamente, espontánea y con una aparición: “Perdón ¿ustedes estaban al costado de la ruta ayer en Punta Tombo?

Charly y Cabo dos Bahías

El mochilero es un poco desvergonzado, sólo por eso no se nos cae la cara cuando miramos por el ventanal de la YPF a la misma camioneta roja que nos reencuentra 250 kilómetros más al sur.

Charly tiene toda la onda de García y a los ojos de su ahijada Ana Laura, es todo un rockero de la vida. Este fin de semana él la invitó a ella y su amiga Francesca a que lo visitaran en Madryn, con una escapada plus a su casa sobre la playa de Camarones.

“Les pido perdón por no parar ayer, casi que no los vi”, cuenta. “Venía cargado también, pero ahora que los encuentro… nosotros vamos a ir a Cabo dos Bahías ¡si quieren los invito!”.

No tenemos dinero y nuestro contacto no nos responde. Aquí un jovato copado que se ofrece a incorporarnos a su plan. No lo dudamos, las probabilidades están siempre a nuestro favor.

Emprendemos viaje. Cabo dos Bahías es el nombre de la Reserva bajo administración Provincial y comprende Camarones y Bustamante. El Portal de ingreso es pequeño, pero hermoso. Con un gesto de “soy de acá”, la soga que restringe el acceso vehicular se abre y comienza un serpenteante trayecto de tierra. Barrancas de piedras donde rompen fuerte las olas se dejan ver entre suaves médanos.

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Colonia de pingüino de Magallanes

Inhalando polvo, otro ambulante levanta el pulgar. David, loco de los Parques, se sube en la caja. Danos un destino y los viajeros nos juntaremos para ponernos en movimiento.

Pingüinos, liebres y guanacos crecen más que los arbustos. Pero la vista está puesta en llegar a las pasarelas y mirador de la Isla Moreno, donde una loberia también convoca a algunos elefantes marinos.

Binoculares en mano para nuestro propio documental de Discovery, Animal Planet o NatGeo en vivo. No faltan las fotos con el paisaje y el tiempo sin dispositivos para absorber el entorno. Charly nos invita a todos a una cena agradecimiento por un día tan memorable y a nosotros nos ofrece también pasar la noche en su casa, en un colchón. Por supuesto, aceptamos. ¡Tamaña generosidad!

A la vuelta unas huellas poco marcadas nos tientan al desvío. Una playa privada nos espera para apoyar la cola en las piedras y tomar unos mates. Nos conocemos entre todos, generamos un vínculo que no hubiéramos esperado con completos desconocidos, pero con los que disfrutamos de las mismas cosas.

“Al viejo le está dando fresquete… es momento de levantar campamento”, dice el padrino, después de un rato de acabarse el agua caliente. A la distancia, sobre el horizonte del Mar Argentino, un velero completa en retirada la pintura vespertina.

El grupo
El grupo

PIMCPA

“Flaco, disculpá que no te respondí antes. Estamos con los preparativos de una actividad que vamos a hacer con los vecinos. ¡Venite!”. Ariel nos convida a participar de una jornada de limpieza en la playa que incluye buceo a cargo de la prefectura. Nuestro team prefiere ir a preparar la casa para el gran banquete, pero David y yo no nos resistimos somos fanáticos de la vida por los Parques Nacionales y de conocer a sus protectores.

A nuestra llegada se levanta un poco de viento. No demasiado, pero sí lo suficiente para postergar para el día siguiente el sumergirse en el agua. Aún así, con un stand informativo propio en la feria de artesanos del pueblo los vecinos son concientizados a través de charlas y son invitados a involucrarse.

La región del PIMCPA tiene un clima semiárido templado, con un promedio anual de temperatura de 13 grados centígrados. Está ubicado en el sector norte del Golfo San Jorge y está compuesto por cordones litorales, que incluyen bajadas aluviales, lomadas rocosas redondeadas, grandes paredones, islas e islotes de origen volcánico. Los minerales geológicos nutren el agua que circula turbulenta en remolinos que se generan entre las grietas de la meseta submarina, lo que propicia un ambiente muy beneficioso para la biodiversidad.

PIMCPA Base
PIMCPA Base

Con más de nueve especies de reptiles, 77 especies de aves,\n31 especies de mamíferos terrestres y una prolífera fauna marina, el guanaco es por sobre todos el Rey de Cabo dos Bahías. Si bien es cazado, deambula por los campos libremente y se reproduce en cuantiosa cantidad.

No es el caso de otras especies. El choique es muy avistado, pero se encuentra amenazado. La martineta, tiene una alta tasa de mortalidad por atropello y es una especie vulnerable. El águila mora, los aguiluchos, el halcón pelegrino y las lechuzas otro tanto, entre las aves. Marsupiales, armadillos, murciélagos, peludos, hurones, comadrejas patagónicas y maras, son algunos de los que dejan huella por Bahía Camarones. El zorro colorado, el gris y el puma son cazados por causar algunas mínimas pérdidas a los sectores ganaderos y lo mismo ocurre con el gato montés y el gato de pajonal, que suelen caer en tramperas.

Mapa PIMCPA
Mapa PIMCPA

Camarones tiene un cuerpo de Guardaparques activo en la comunidad y esa es la parte de valor humano agregado del Parque Nacional. Con David, les hacemos una reverencia de admiración y ¡nos la devuelven! porque aunque son especializados, ninguno ha tenido la posibilidad de viajar y recorrer tantas Áreas Naturales Protegidas como nosotros. Un hermoso reconocimiento a nuestras aventuras. ‘Sacaremos pecho en el festín de la noche!

Vista de la Bahía

Todavía no está terminada de construir. La casa de Charly lleva años parándose de piedra en piedra, pero a él le da fiaca ponerse a trabajar cuando llega al lugar de su retiro. Tiene un patio de atrás rocoso donde las olas llegan a mojar la galería donde colocará su mecedora algún día.

Miri
Miri

Las chicas eligen diferentes salientes y cada una se sienta en solitario a mirar la línea naranja que surca el cielo a medida que baja el sol. Los hombres nos reunimos alrededor de la parrilla con una copa de vino a charlar de San Lorenzo, ya que los tres somos cuervos.

Verduras a las brasas nos convocan a los seis a la mesa y una conversación política se abre, sucedida por otra respecto de las diferencias generacionales. Nos sentimos enriquecidos por el día intelectual y espiritualmente. Historias, amistades y razones para querer y preservar un lugar increíble surgen de esta pequeña aldea en la costa patagónica: Bahía Camarones.

Atardecer en lo de Charly
Atardecer en lo de Charly

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Las Rutas del Flaco

Sobre el autor

Franco Barletta

La vida del viajero es tan increíble que para quien no la lleva es ficción. Pero en toda ficción hay biografía y son las experiencias las que nos demuestran que la realidad siempre, siempre la supera...
Las Rutas del Flaco.